Por: Isabel Ramirez
En el marco de la celebración por los 40 años de Los Angeles Latino Theatre Company, regresa exitosamente al escenario The Delicate Tears of the Waning Moon, una obra que pone en el centro la valentía de los periodistas que arriesgan todo por contar la verdad. Inspirada en hechos reales, escrita y protagonizada por la artista multifacética Rebeca Alemán, esta obra se presenta del 1 al 25 de mayo en el Los Angeles Theatre Center, en coproducción con Water People Theatre y Latino Theatre Co.
La obra escrita por Rebeca Alemán y dirigida por Iraida Tapias, expone el tema de las violaciones de derechos humanos contra periodistas en América Latina, sus secuelas personales y familiares que deja la lucha por la verdad y la justicia. La actuación profundamente conmovedora de Rebeca Alemán, nos invita a reflexionar sobre la verdad, la justicia y el precio que se puede pagar por alzar la voz.
La magistral actuación de Rebeca le llevó a ser galardonada con el Premio TALIA a Mejor Actriz por su excelente trabajo en Nueva York. Su trabajo escénico ha sido reconocido por su profundidad, su compromiso con las causas sociales y su capacidad de conmover y movilizar a las audiencias.
Rebeca Alemán, en su trayectoria, ademas de ser actriz, dramaturga, periodista, pianista y defensora de los derechos humanos, fusiona el arte con el activismo social, como artista comprometida dando voz a los silenciados para crear conciencia y generar un impacto real desde las artes del teatro, el cine y la música.
Y en el marco de este esperado regreso en el Theatre y Latino Theatre Co., hemos tenido el honor de conversar con Rebeca Alemán, para conocer más sobre el origen de esta obra, su proceso creativo y del arte como herramienta de denuncia y transformación.
Felicidades por haber recibido el Premio TALIA a Mejor Actriz ¿Qué significó para usted ese reconocimiento y cómo influye en el compromiso con su obra?
Rebeca:
Muchísimas gracias por esta entrevista. El compromiso es el mismo siempre; estoy muy agradecida con el Premio Talía de NYC y la nominación como mejor actriz a los Premios Jeff en Chicago. Lo agradezco mucho porque es un reconocimiento al trabajo como actriz, al trabajo de todo el equipo, pero sobre todo al personaje de Paulina, una profunda muestra de valentía. Ha sido un comienzo de año muy hermoso.
Es actriz, dramaturga, periodista, pianista… ¿Cómo se nutren entre sí estas disciplinas en su proceso creativo?
Rebeca:
Es como esos cruces súper complicados de avenidas enormes; donde justo en el centro se encuentran las cuatro avenidas, algo así, pero desde el arte. Así veo mis profesiones, un viaje al centro del arte. Son cuatro recorridos distintos que comenzaron cuando era muy pequeña y se encontraron a mitad de camino. Primero la música, después la actuación, después el periodismo, y el cuarto, el de dramaturga, aún en proceso. Dramaturga me parece una palabra gigante, así como artista; falta todavía por recorrer, pero me apasiona el viaje.
¿Cómo se nutren? Leo un texto desde Rachmaninov o Chopin, escribo desde el escenario, denuncio a través de nuevas vidas que construyo.
Su obra “The Delicate Tears of the Waning Moon” Las delicadas lágrimas de la luna menguante” nace de hechos reales, profundamente dolorosos. ¿Qué le llevó a crear esta historia, y por qué decidió contarla desde la mirada de una periodista como Paulina?
Rebeca:
Cuando leí sobre los estremecedores casos de Miroslava Breach y Anabel Flores, dos periodistas mexicanas que fueron asesinadas simplemente por defender los derechos humanos, denunciar la corrupción y decir la verdad, sentí la profunda responsabilidad de alzar la voz desde uno de los espacios más poderosos que existe: El Teatro
Me conmovió profundamente el hecho de que eran mujeres, madres, periodistas, asesinadas solo por ejercer su profesión.
¿Cómo influyeron las historias de Miroslava Breach y Anabel Flores en la construcción del personaje y de la trama?
Rebeca: Me inspiré en estos dos casos y en otros que estudié cuando fui a hacer la investigación a México para escribir la obra. Estuve en el colegio de DDHH (Derechos Humanos y Gestión de Paz) de la Universidad del Claustro de Sor Juana, entrevisté a mucha gente de Amnistía Internacional, Artículo 19 y otras organizaciones en defensa de los derechos de la mujer y de los derechos de los periodistas. También hablé con familiares de las víctimas de feminicidio, participé en actividades que buscaban justicia para las víctimas, para que tantos crímenes no quedaran impune. Entré en las vidas de Miroslava y Anabel, sus amigos, sus actividades, su valentía, y así escribí la obra, desde el punto de vista humano y que dieron origen a Paulina y a Rodrigo.
Al interpretar a Paulina, la periodista valiente que lucha contra el olvido y la impunidad desde una situación extrema. ¿Qué fue lo más desafiante de encarnar este personaje, tanto físico como emocionalmente?
Rebeca: Fue muy retador tratar de entender lo que era perder la memoria, no tener historia, no tener presente. También fue muy retador ver cara a cara el profundo dolor de una persona que lo pierde todo en segundos. En cuanto a lo físico, también fue muy exigente para que mi cuerpo y mi organismo, entendieran las consecuencias de haber recibido un disparo en la cabeza. Quizá lo más desafiante fue crear un personaje que no podía expresarse, no podía hablar, que sabía que las palabras estaban en su mente pero no podía pronunciarlas, que tuvo que aprender a escribir, a leer, a caminar, a moverse.
¿Qué papel cree que puede y debe tener el teatro en la defensa de los derechos humanos?
Rebeca: Todos los días me levanto preguntándome qué puedo hacer para mejorar el
mundo, promover cambios. Yo sé que desde el escenario podemos decir y hacer muchas cosas para transformar. De eso se trata este poderoso espacio. Es nuestra responsabilidad como seres humanos y como artistas.
¿Cómo ha evolucionado la obra en cada ciudad que se ha presentado y qué ha significado para usted que el público la recibe de manera tan poderosa?
Rebeca: Me ha conmovido mucho la respuesta de la audiencia en las diferentes ciudades en las que nos hemos presentado. He corroborado que el público cuando se sienta en la butaca, desea y espera ver una historia que lo conmueva, que lo confronte y, al mismo tiempo, que lo reconcilie con la humanidad.
¿Cómo trabajó el espacio íntimo y contenido para expresar el mundo interior de Paulina?
Rebeca: Lo hice desde la fragilidad, la vulnerabilidad y la desesperación de Paulina de entender “¿Dónde estoy?”, “¿Qué pasó?”. Al inicio de la obra, Paulina es como una niña asustada, desorientada; rota y adolorida sin entender el por qué. Y en ese espacio íntimo, acompañada de Rodrigo, por momentos se siente segura y es capaz de expresar sus miedos. Fue un proceso de reconocimiento del espacio, de una profunda búsqueda interna.
La relación con Rodrigo, el compañero de trabajo aporta ternura, tensión y
reflexión. ¿Cómo construye esa conexión escénica?
Rebeca: Teniendo un compañero de escena generoso, creativo, honesto y muy orgánico, dirigidos por una profesional muy respetuosa de las propuestas que hacemos los actores y al mismo tiempo muy ocupada de que el escenario sea un espacio totalmente seguro para todos.
¿Cómo equilibra lo político con lo íntimo en la creación del texto para reflejar no solo la lucha social, sino también el impacto personal y familiar de esa lucha?
Rebeca: Como dije anteriormente, esta historia la quise contar desde lo humano, de lo profundamente frágiles que podemos llegar a ser y lo profundamente valientes que debemos ser. La poesía está en la cotidianidad de Paulina y de Rodrigo; la política es el arriesgado contexto en el que los periodistas transitan.
¿Qué le ha dicho el público después de las funciones? ¿Hay alguna reacción que le haya llamado la atención especialmente?
Rebeca: En mi memoria permanecen recuerdos de hombres y mujeres que salen del teatro llorando; gente que me agradece por atreverme a contar esta historia, gente que pensó que yo era una actriz con problemas motores. Otro de los recuerdos que más me impactó cuando la hicimos en el Steppenwolf Theatre, es el de un niño de 12-13 años que fue a ver la obra y me esperó afuera del teatro para asegurarse que yo estaba bien.
Dice que el arte tiene el poder de transformar. ¿Qué historias tiene planeadas o necesita contar desde el teatro?
Rebeca: Planeo seguir profundizando acerca de la memoria. Necesito entender cómo un ser humano puede borrar por completo su historia sin un estímulo externo. Qué pasa en la memoria para que se nos olvide nuestra propia vida. Qué le pasa a la gente que está a su lado viviendo junto a ellos. La defensa de los Derechos Humanos siempre será una fuente de inspiración.
Si una joven periodista o artista en Latinoamérica le escuchara hoy, con miedo, pero también con ganas de alzar la voz, ¿qué le diría desde su experiencia?
Rebeca: Le diría que primero se pregunte: ¿Dónde estoy? Cuál es el contexto que me rodea? Necesita entender primero su entorno. Le diría que aunque sienta miedo siga adelante. El miedo es el inicio de los grandes cambios. Si sentimos miedo es porque estamos conscientes de que las cosas no están bien, que algo tiene que cambiar y al tener esa conciencia, comenzamos a transformar la realidad. Le diría que se pregunte y repregunte cada día: ¿Qué puedo hacer desde donde estoy, por los demás?
The Delicate Tears of the Waning Moon se presenta del 1 al 25 de mayo en el Los Angeles Theatre Center, ubicado en 514 S. Spring Street, DTLA, con funciones de jueves a sábado a las 8:00 PM y domingos a las 4:00 PM. Una obra urgente, poética y profundamente humana que nos recuerda que en la lucha por la verdad, el silencio nunca debe ser una opción.
La obra escrita por Rebeca Alemán y dirigida por Iraida Tapias, expone el tema de las violaciones de derechos humanos contra periodistas en América Latina, sus secuelas personales y familiares que deja la lucha por la verdad y la justicia. La actuación profundamente conmovedora de Rebeca Alemán, nos invita a reflexionar sobre la verdad, la justicia y el precio que se puede pagar por alzar la voz.
La magistral actuación de Rebeca le llevó a ser galardonada con el Premio TALIA a Mejor Actriz por su excelente trabajo en Nueva York. Su trabajo escénico ha sido reconocido por su profundidad, su compromiso con las causas sociales y su capacidad de conmover y movilizar a las audiencias.
Rebeca Alemán, en su trayectoria, ademas de ser actriz, dramaturga, periodista, pianista y defensora de los derechos humanos, fusiona el arte con el activismo social, como artista comprometida dando voz a los silenciados para crear conciencia y generar un impacto real desde las artes del teatro, el cine y la música.
Y en el marco de este esperado regreso en el Theatre y Latino Theatre Co., hemos tenido el honor de conversar con Rebeca Alemán, para conocer más sobre el origen de esta obra, su proceso creativo y del arte como herramienta de denuncia y transformación.
Felicidades por haber recibido el Premio TALIA a Mejor Actriz ¿Qué significó para usted ese reconocimiento y cómo influye en el compromiso con su obra?
Rebeca:
Muchísimas gracias por esta entrevista. El compromiso es el mismo siempre; estoy muy agradecida con el Premio Talía de NYC y la nominación como mejor actriz a los Premios Jeff en Chicago. Lo agradezco mucho porque es un reconocimiento al trabajo como actriz, al trabajo de todo el equipo, pero sobre todo al personaje de Paulina, una profunda muestra de valentía. Ha sido un comienzo de año muy hermoso.
Es actriz, dramaturga, periodista, pianista… ¿Cómo se nutren entre sí estas disciplinas en su proceso creativo?
Rebeca:
Es como esos cruces súper complicados de avenidas enormes; donde justo en el centro se encuentran las cuatro avenidas, algo así, pero desde el arte. Así veo mis profesiones, un viaje al centro del arte. Son cuatro recorridos distintos que comenzaron cuando era muy pequeña y se encontraron a mitad de camino. Primero la música, después la actuación, después el periodismo, y el cuarto, el de dramaturga, aún en proceso. Dramaturga me parece una palabra gigante, así como artista; falta todavía por recorrer, pero me apasiona el viaje.
¿Cómo se nutren? Leo un texto desde Rachmaninov o Chopin, escribo desde el escenario, denuncio a través de nuevas vidas que construyo.
Su obra “The Delicate Tears of the Waning Moon” Las delicadas lágrimas de la luna menguante” nace de hechos reales, profundamente dolorosos. ¿Qué le llevó a crear esta historia, y por qué decidió contarla desde la mirada de una periodista como Paulina?
Rebeca:
Cuando leí sobre los estremecedores casos de Miroslava Breach y Anabel Flores, dos periodistas mexicanas que fueron asesinadas simplemente por defender los derechos humanos, denunciar la corrupción y decir la verdad, sentí la profunda responsabilidad de alzar la voz desde uno de los espacios más poderosos que existe: El Teatro
Me conmovió profundamente el hecho de que eran mujeres, madres, periodistas, asesinadas solo por ejercer su profesión.
¿Cómo influyeron las historias de Miroslava Breach y Anabel Flores en la construcción del personaje y de la trama?
Rebeca: Me inspiré en estos dos casos y en otros que estudié cuando fui a hacer la investigación a México para escribir la obra. Estuve en el colegio de DDHH (Derechos Humanos y Gestión de Paz) de la Universidad del Claustro de Sor Juana, entrevisté a mucha gente de Amnistía Internacional, Artículo 19 y otras organizaciones en defensa de los derechos de la mujer y de los derechos de los periodistas. También hablé con familiares de las víctimas de feminicidio, participé en actividades que buscaban justicia para las víctimas, para que tantos crímenes no quedaran impune. Entré en las vidas de Miroslava y Anabel, sus amigos, sus actividades, su valentía, y así escribí la obra, desde el punto de vista humano y que dieron origen a Paulina y a Rodrigo.
Al interpretar a Paulina, la periodista valiente que lucha contra el olvido y la impunidad desde una situación extrema. ¿Qué fue lo más desafiante de encarnar este personaje, tanto físico como emocionalmente?
Rebeca: Fue muy retador tratar de entender lo que era perder la memoria, no tener historia, no tener presente. También fue muy retador ver cara a cara el profundo dolor de una persona que lo pierde todo en segundos. En cuanto a lo físico, también fue muy exigente para que mi cuerpo y mi organismo, entendieran las consecuencias de haber recibido un disparo en la cabeza. Quizá lo más desafiante fue crear un personaje que no podía expresarse, no podía hablar, que sabía que las palabras estaban en su mente pero no podía pronunciarlas, que tuvo que aprender a escribir, a leer, a caminar, a moverse.
¿Qué papel cree que puede y debe tener el teatro en la defensa de los derechos humanos?
Rebeca: Todos los días me levanto preguntándome qué puedo hacer para mejorar el
mundo, promover cambios. Yo sé que desde el escenario podemos decir y hacer muchas cosas para transformar. De eso se trata este poderoso espacio. Es nuestra responsabilidad como seres humanos y como artistas.
¿Cómo ha evolucionado la obra en cada ciudad que se ha presentado y qué ha significado para usted que el público la recibe de manera tan poderosa?
Rebeca: Me ha conmovido mucho la respuesta de la audiencia en las diferentes ciudades en las que nos hemos presentado. He corroborado que el público cuando se sienta en la butaca, desea y espera ver una historia que lo conmueva, que lo confronte y, al mismo tiempo, que lo reconcilie con la humanidad.
¿Cómo trabajó el espacio íntimo y contenido para expresar el mundo interior de Paulina?
Rebeca: Lo hice desde la fragilidad, la vulnerabilidad y la desesperación de Paulina de entender “¿Dónde estoy?”, “¿Qué pasó?”. Al inicio de la obra, Paulina es como una niña asustada, desorientada; rota y adolorida sin entender el por qué. Y en ese espacio íntimo, acompañada de Rodrigo, por momentos se siente segura y es capaz de expresar sus miedos. Fue un proceso de reconocimiento del espacio, de una profunda búsqueda interna.
La relación con Rodrigo, el compañero de trabajo aporta ternura, tensión y
reflexión. ¿Cómo construye esa conexión escénica?
Rebeca: Teniendo un compañero de escena generoso, creativo, honesto y muy orgánico, dirigidos por una profesional muy respetuosa de las propuestas que hacemos los actores y al mismo tiempo muy ocupada de que el escenario sea un espacio totalmente seguro para todos.
¿Cómo equilibra lo político con lo íntimo en la creación del texto para reflejar no solo la lucha social, sino también el impacto personal y familiar de esa lucha?
Rebeca: Como dije anteriormente, esta historia la quise contar desde lo humano, de lo profundamente frágiles que podemos llegar a ser y lo profundamente valientes que debemos ser. La poesía está en la cotidianidad de Paulina y de Rodrigo; la política es el arriesgado contexto en el que los periodistas transitan.
¿Qué le ha dicho el público después de las funciones? ¿Hay alguna reacción que le haya llamado la atención especialmente?
Rebeca: En mi memoria permanecen recuerdos de hombres y mujeres que salen del teatro llorando; gente que me agradece por atreverme a contar esta historia, gente que pensó que yo era una actriz con problemas motores. Otro de los recuerdos que más me impactó cuando la hicimos en el Steppenwolf Theatre, es el de un niño de 12-13 años que fue a ver la obra y me esperó afuera del teatro para asegurarse que yo estaba bien.
Dice que el arte tiene el poder de transformar. ¿Qué historias tiene planeadas o necesita contar desde el teatro?
Rebeca: Planeo seguir profundizando acerca de la memoria. Necesito entender cómo un ser humano puede borrar por completo su historia sin un estímulo externo. Qué pasa en la memoria para que se nos olvide nuestra propia vida. Qué le pasa a la gente que está a su lado viviendo junto a ellos. La defensa de los Derechos Humanos siempre será una fuente de inspiración.
Si una joven periodista o artista en Latinoamérica le escuchara hoy, con miedo, pero también con ganas de alzar la voz, ¿qué le diría desde su experiencia?
Rebeca: Le diría que primero se pregunte: ¿Dónde estoy? Cuál es el contexto que me rodea? Necesita entender primero su entorno. Le diría que aunque sienta miedo siga adelante. El miedo es el inicio de los grandes cambios. Si sentimos miedo es porque estamos conscientes de que las cosas no están bien, que algo tiene que cambiar y al tener esa conciencia, comenzamos a transformar la realidad. Le diría que se pregunte y repregunte cada día: ¿Qué puedo hacer desde donde estoy, por los demás?
The Delicate Tears of the Waning Moon se presenta del 1 al 25 de mayo en el Los Angeles Theatre Center, ubicado en 514 S. Spring Street, DTLA, con funciones de jueves a sábado a las 8:00 PM y domingos a las 4:00 PM. Una obra urgente, poética y profundamente humana que nos recuerda que en la lucha por la verdad, el silencio nunca debe ser una opción.