Los Angeles County Museum of Art (LACMA) presenta Archivo del Mundo: arte e imaginación en Hispanoamérica, 1500-1800. Basada en la colección de arte hispanoamericano que el LACMA ha reunido aproximadamente en los últimos quince años, la exposición, organizada por Ilona Katzew, curadora y jefa del departamento de Arte Latinoamericano del LACMA, reúne más de noventa obras realizadas en una gran variedad de medios y técnicas — pinturas, esculturas, textiles y artes decorativas— de las que más de una veintena se exponen aquí por primera vez. La exposición destaca la compleja dinámica social, económica y artística que llevó a la creación de nuevas y sorprendentes obras de arte, así como el poder creador de Hispanoamérica y su posición central en la encrucijada global. Desde que los españoles iniciaron la colonización del llamado Nuevo Mundo a finales del siglo XV y empezaron a difundir el cristianismo, los artistas de América se sirvieron de todo un abanico de tradiciones —indígenas, europeas, asiáticas y africanas— que reflejaba la interconexión del mundo. Tras la conquista de las islas Filipinas en 1565, los españoles tejieron una sofisticada red de contactos entre Asia, Europa y América. En poco tiempo tanto las casas particulares como las instituciones civiles y eclesiásticas se inundaron de artículos de importación o de producción local. Esta confluencia de riquezas transformó a América en un gran eje mercantil y cultural al que un autor de la época denominó «archivo del mundo». «Hispanoamérica no era una entidad homogénea ni monolítica, y los artistas locales — incluidos aquellos cuyos nombres no se han podido identificar— no se limitaron a absorber pasivamente tradiciones foráneas», señala Ilona Katzew. «Sin soslayar la profunda violencia que marcó el proceso de conquista y colonización, la exposición destaca la compleja dinámica social, económica y artística de estas nuevas sociedades, que llevó a la creación de innovadoras y deslumbrantes obras de arte». «Nos enorgullece compartir nuestro importante acervo de arte virreinal con el público», manifestó Michael Govan, presidente ejecutivo y director «Wallis Annenberg» del LACMA. «La exposición y el catálogo que la acompaña ejemplifican vívidamente nuestro deseo de promover nuevas historias del arte mediante la presentación de materiales que narran una historia más inclusiva de la creatividad humana, reflejando la creciente apertura del canon artístico»
Organización y temas de la exposición La Edad Moderna (ca. 1500-1800) fue un período marcado por el expansionismo imperial, la conquista y la colonización. Los abruptos cambios sociales y geopolíticos generaron lazos más estrechos que nunca —reales o imaginarios— entre las personas, que propiciaron importantes transformaciones de la cultura material que les circundaba. El tema central de la muestra, que refleja asimismo el ímpetu que ha guiado la formación de la colección, es la interconexión de las culturas y las ideas en la Edad Moderna temprana. La exposición se organiza en cinco apartados temáticos que abordan este concepto global. «Ver con la vista imaginativa»: vislumbrar lo sagrado. A raíz de la conquista española, las imágenes devocionales fueron imprescindibles para evangelizar a la población indígena e instruirla en los asuntos de la fe católica. Si bien en un principio estas imágenes fueron suministradas por los artistas europeos, pronto serían los artífices locales de diversos orígenes quienes asumieran su producción para responder a una demanda creciente. Los encargos de pinturas para retablos y ciclos conventuales eran continuos. La Iglesia desempeñó un importante papel en la difusión de determinados temas, pero los artistas conservaron una notable autonomía y a menudo basaron sus composiciones en historias locales. La intimidad de la fe. En Hispanoamérica la fe era un asunto público y a la vez profundamente personal. Había imágenes que exigían un atento escrutinio para instruir, servir de instrumento mnemotécnico para la contemplación y despertar sentimientos piadosos; su pequeño tamaño contribuía a atraer a los fieles. En los primeros años de la evangelización, los artistas indígenas se sirvieron de sus antiguos materiales y técnicas para crear objetos de la nueva religión y reclamar su lugar dentro de la naciente sociedad, tal como ejemplifica el célebre «Cáliz Hearst», una obra emblemática del siglo XVI. Las pinturas y esculturas devocionales de carácter íntimo se guardaban en las capillas domésticas, en donde eran atesoradas por los fieles y daban testimonio de su devoción por ciertos santos e imágenes milagrosas, en tanto que los elegantes y minuciosos medallones de monjas y frailes, que se portaban sobre la vestimenta a la vista de todos, encerraban mensajes tanto personales como políticos. Vestir la identidad y construir la apariencia. Esta sección incluye trajes, pinturas y libros que muestran cómo la indumentaria era un poderoso instrumento para establecer diferencias sociales y étnicas. Por ejemplo, la vestimenta era un elemento imprescindible de las pinturas novohispanas de castas del siglo XVIII, que representan figuras de distintas razas con su progenie. Dado que el color de la piel no era un indicador fiable, sería el traje lo que, entre otros elementos, remarcaría las diferencias sociorraciales y el lugar que ocupaban las personas en el orden social. En el género del retrato la indumentaria desempeñaba un importante papel para transmitir la idea de riqueza y poder, y permitía a los individuos construir y alterar su identidad y proyectarla sobre la sociedad. El arte de dos artistas: la cultura de la copia. La tradición de crear réplicas, así como la producción seriada, fueron parte esencial de la práctica de la pintura en la Edad Moderna temprana. El polígrafo sienés Giulio Mancini (1558-1630) señaló que una copia es preferible cuando es tan hábil que engaña al espectador, porque en ese caso contiene «el arte de dos artistas». Las obras de esta sección, pertenecientes al virreinato de la Nueva España, ofrecen un poderoso comentario visual sobre el proceso creativo de los pintores locales y su empleo tanto de fuentes locales como foráneas. Emporio americano. En el siglo XVI Hispanoamérica llegó a ser un importante eje del comercio global y un gran emporio cultural. Tras la conquista de las Filipinas en 1565, la monarquía hispánica tendió una intrincada red comercial entre Asia, Europa y América. La introducción de productos asiáticos satisfacía una creciente afición hacia esos artículos suntuarios por parte de la élite, al tiempo que inspiraba la creación de otros, algunos de los cuales también hundían sus raíces en la época prehispánica. Esa confluencia de materiales, técnicas y estilos dio origen a la aparición de objetos nuevos de gran atractivo que dialogaban con las tradiciones del resto del mundo
La exposición incluye una extensa gama de materiales y técnicas —textiles, pinturas, esculturas y artes decorativas—. Entre los aspectos más destacados se cuentan varias adquisiciones recientes, incluida la monumental Piedad del pintor de Potosí Melchor Pérez Holguín, que fue restaurada con motivo de la exposición. ]Otro elemento relevante son las piezas enconchadas realizadas con fragmentos de nácar, que incluyen tanto pinturas ejecutadas en el virreinato de la Nueva España como artes decorativas hechas en Guatemala, destinadas a México y a Lima. Sus diseños remiten a una serie de fuentes indígenas, europeas y orientales que los artistas locales sintetizaron y reformularon con gran pericia
Esta exposición ha sido organizada por el Los Angeles County Museum of Art. Ha contado con el generoso apoyo de la Carl & Marilynn Thoma Foundation. Todas las exposiciones del LACMA están financiadas por el Fondo de Exposiciones del LACMA. El museo cuenta asimismo con un importante apoyo anual de Meredith y David Kaplan, con una generosa aportación anual de Kevin J. Chen, Louise y Brad Edgerton de la Edgerton Foundation, Emily y Teddy Greenspan, Marilyn B. y Calvin B. Gross, Mary y Daniel James, Justin Lubliner, Jennifer y Mark McCormick, KelseyLee Offield, Jen Rubio y Stewart Butterfield, Lenore y Richard Wayne y Marietta Wu y Thomas Yamamoto.
Organización y temas de la exposición La Edad Moderna (ca. 1500-1800) fue un período marcado por el expansionismo imperial, la conquista y la colonización. Los abruptos cambios sociales y geopolíticos generaron lazos más estrechos que nunca —reales o imaginarios— entre las personas, que propiciaron importantes transformaciones de la cultura material que les circundaba. El tema central de la muestra, que refleja asimismo el ímpetu que ha guiado la formación de la colección, es la interconexión de las culturas y las ideas en la Edad Moderna temprana. La exposición se organiza en cinco apartados temáticos que abordan este concepto global. «Ver con la vista imaginativa»: vislumbrar lo sagrado. A raíz de la conquista española, las imágenes devocionales fueron imprescindibles para evangelizar a la población indígena e instruirla en los asuntos de la fe católica. Si bien en un principio estas imágenes fueron suministradas por los artistas europeos, pronto serían los artífices locales de diversos orígenes quienes asumieran su producción para responder a una demanda creciente. Los encargos de pinturas para retablos y ciclos conventuales eran continuos. La Iglesia desempeñó un importante papel en la difusión de determinados temas, pero los artistas conservaron una notable autonomía y a menudo basaron sus composiciones en historias locales. La intimidad de la fe. En Hispanoamérica la fe era un asunto público y a la vez profundamente personal. Había imágenes que exigían un atento escrutinio para instruir, servir de instrumento mnemotécnico para la contemplación y despertar sentimientos piadosos; su pequeño tamaño contribuía a atraer a los fieles. En los primeros años de la evangelización, los artistas indígenas se sirvieron de sus antiguos materiales y técnicas para crear objetos de la nueva religión y reclamar su lugar dentro de la naciente sociedad, tal como ejemplifica el célebre «Cáliz Hearst», una obra emblemática del siglo XVI. Las pinturas y esculturas devocionales de carácter íntimo se guardaban en las capillas domésticas, en donde eran atesoradas por los fieles y daban testimonio de su devoción por ciertos santos e imágenes milagrosas, en tanto que los elegantes y minuciosos medallones de monjas y frailes, que se portaban sobre la vestimenta a la vista de todos, encerraban mensajes tanto personales como políticos. Vestir la identidad y construir la apariencia. Esta sección incluye trajes, pinturas y libros que muestran cómo la indumentaria era un poderoso instrumento para establecer diferencias sociales y étnicas. Por ejemplo, la vestimenta era un elemento imprescindible de las pinturas novohispanas de castas del siglo XVIII, que representan figuras de distintas razas con su progenie. Dado que el color de la piel no era un indicador fiable, sería el traje lo que, entre otros elementos, remarcaría las diferencias sociorraciales y el lugar que ocupaban las personas en el orden social. En el género del retrato la indumentaria desempeñaba un importante papel para transmitir la idea de riqueza y poder, y permitía a los individuos construir y alterar su identidad y proyectarla sobre la sociedad. El arte de dos artistas: la cultura de la copia. La tradición de crear réplicas, así como la producción seriada, fueron parte esencial de la práctica de la pintura en la Edad Moderna temprana. El polígrafo sienés Giulio Mancini (1558-1630) señaló que una copia es preferible cuando es tan hábil que engaña al espectador, porque en ese caso contiene «el arte de dos artistas». Las obras de esta sección, pertenecientes al virreinato de la Nueva España, ofrecen un poderoso comentario visual sobre el proceso creativo de los pintores locales y su empleo tanto de fuentes locales como foráneas. Emporio americano. En el siglo XVI Hispanoamérica llegó a ser un importante eje del comercio global y un gran emporio cultural. Tras la conquista de las Filipinas en 1565, la monarquía hispánica tendió una intrincada red comercial entre Asia, Europa y América. La introducción de productos asiáticos satisfacía una creciente afición hacia esos artículos suntuarios por parte de la élite, al tiempo que inspiraba la creación de otros, algunos de los cuales también hundían sus raíces en la época prehispánica. Esa confluencia de materiales, técnicas y estilos dio origen a la aparición de objetos nuevos de gran atractivo que dialogaban con las tradiciones del resto del mundo
La exposición incluye una extensa gama de materiales y técnicas —textiles, pinturas, esculturas y artes decorativas—. Entre los aspectos más destacados se cuentan varias adquisiciones recientes, incluida la monumental Piedad del pintor de Potosí Melchor Pérez Holguín, que fue restaurada con motivo de la exposición. ]Otro elemento relevante son las piezas enconchadas realizadas con fragmentos de nácar, que incluyen tanto pinturas ejecutadas en el virreinato de la Nueva España como artes decorativas hechas en Guatemala, destinadas a México y a Lima. Sus diseños remiten a una serie de fuentes indígenas, europeas y orientales que los artistas locales sintetizaron y reformularon con gran pericia
Esta exposición ha sido organizada por el Los Angeles County Museum of Art. Ha contado con el generoso apoyo de la Carl & Marilynn Thoma Foundation. Todas las exposiciones del LACMA están financiadas por el Fondo de Exposiciones del LACMA. El museo cuenta asimismo con un importante apoyo anual de Meredith y David Kaplan, con una generosa aportación anual de Kevin J. Chen, Louise y Brad Edgerton de la Edgerton Foundation, Emily y Teddy Greenspan, Marilyn B. y Calvin B. Gross, Mary y Daniel James, Justin Lubliner, Jennifer y Mark McCormick, KelseyLee Offield, Jen Rubio y Stewart Butterfield, Lenore y Richard Wayne y Marietta Wu y Thomas Yamamoto.