En memoria de Marty Coleman, recordamos con profunda admiración y gratitud su inigualable legado y dedicación a las nobles causas locales que impactaron positivamente no solo a Pasadena, sino al mundo entero. Como director clave en la extensión del Centro Interreligioso, Marty demostró un compromiso inquebrantable con la promoción del diálogo interreligioso y la comprensión mutua.
Su papel pionero como la primera jefa de la Oficina de Justicia y Paz en la iglesia de Todos los Santos dejó una huella indeleble en la comunidad, abogando incansablemente por la justicia social y los derechos humanos. Su pasión por salvar nuestro planeta la llevó a la vanguardia del activismo ambiental, inspirando a otros a unirse a la lucha por un mundo más sostenible y habitable para las generaciones futuras.
El compromiso de Marty con la paz mundial y la eliminación de las armas nucleares fue ejemplar. Su valiente encuentro con el líder ruso Mikhail Gorbachev para aprender sobre las devastadoras consecuencias de las armas nucleares y abogar por la reversión de la carrera armamentista es un testimonio de su valentía y visión para un mundo libre de amenazas nucleares.
Su papel como Grand Marshal del Doo Dah Parade en 1917 no solo fue un reconocimiento a su compromiso con la comunidad, sino también una celebración de su singularidad y su capacidad para inspirar alegría y creatividad en medio de la adversidad.
Para aquellos que tuvimos el privilegio de conocerla personalmente, Marty Coleman fue mucho más que una líder visionaria; Fue un faro de esperanza, compasión y determinación. Su corazón generoso y liderazgo su inspirador dejaron una marca indeleble en todos los que tuvimos el honor de cruzar su camino.
Hoy lamentamos profundamente la pérdida de Marty Coleman, pero su legado perdurará en cada vida que tocó y en cada causa que lideró. Que su ejemplo nos guía en nuestros propios esfuerzos para hacer del mundo un lugar mejor y más justo para todos.
Su papel pionero como la primera jefa de la Oficina de Justicia y Paz en la iglesia de Todos los Santos dejó una huella indeleble en la comunidad, abogando incansablemente por la justicia social y los derechos humanos. Su pasión por salvar nuestro planeta la llevó a la vanguardia del activismo ambiental, inspirando a otros a unirse a la lucha por un mundo más sostenible y habitable para las generaciones futuras.
El compromiso de Marty con la paz mundial y la eliminación de las armas nucleares fue ejemplar. Su valiente encuentro con el líder ruso Mikhail Gorbachev para aprender sobre las devastadoras consecuencias de las armas nucleares y abogar por la reversión de la carrera armamentista es un testimonio de su valentía y visión para un mundo libre de amenazas nucleares.
Su papel como Grand Marshal del Doo Dah Parade en 1917 no solo fue un reconocimiento a su compromiso con la comunidad, sino también una celebración de su singularidad y su capacidad para inspirar alegría y creatividad en medio de la adversidad.
Para aquellos que tuvimos el privilegio de conocerla personalmente, Marty Coleman fue mucho más que una líder visionaria; Fue un faro de esperanza, compasión y determinación. Su corazón generoso y liderazgo su inspirador dejaron una marca indeleble en todos los que tuvimos el honor de cruzar su camino.
Hoy lamentamos profundamente la pérdida de Marty Coleman, pero su legado perdurará en cada vida que tocó y en cada causa que lideró. Que su ejemplo nos guía en nuestros propios esfuerzos para hacer del mundo un lugar mejor y más justo para todos.