Lo sorprendente es que al mirar este menú, inclusive de restaurantes elegantes, descubrimos que el mismo está compuesto de ultraprocesados y comida rápida como hot dogs, nuggets y hamburguesas llenas de salsa de tomate con azúcar. Esto ocurre porque desde que nacen los chicos están absolutamente bombardeados con una hiper palatabilidad de los alimentos, desde la misma leche formulada con exceso de azúcar y de sabor dulce hasta los yogures, cereales y cremas infantiles.
Todo esto hace que los niños nunca conozcan el gusto de un cereal integral o de un vegetal, que claramente tienen menor calidad de sabor porque a eso sabe verdaderamente la comida. Esta explosión de sabor hecha en laboratorios de diseño donde engañan absolutamente nuestros sentidos haciéndonos creer que algo se parece, por ejemplo, a queso con limón cuando en realidad no tiene absolutamente nada que ver con eso pero finalmente logran que nuestro cerebro crea que eso está ahí presente así no lo esté.
De esta manera, los sentidos de nuestros hijos se ven crónicamente engañados por la industria y nosotros como padres caemos en ese juego de aceptar que existe un menú especial para niños. Nosotros somos absolutamente responsables de no haber tomado las mejores decisiones en el día a día y eso ha conseguido que los más pequeños pierdan completamente el gusto por la comida casera y obviamente cuando salimos a un restaurante lo único que van a buscar es lo mismo de siempre.
Esto no se trata de criticar o buscar culpables sino de parar por un segundo y pensar que no hemos tenido la información correcta como padres y que a partir de hoy vamos a empezar a transformar nuestra alimentación y la de nuestros hijos. Entonces debemos comenzar por llenar nuestra cocina de alimentos reales y descartar la comida ultra procesada. Seguramente llevará algún tiempo para que los más pequeños empiecen a acostumbrarse a los sabores reales, no será fácil readaptar sus paladares pero es algo sumamente importante para su salud.
Es fundamental como padres entender lo que significa una buena alimentación e incorporarla en nuestra vida para poder darle a los niños lo mismo que nosotros consumimos. La parte complicada de este proceso de cambio no va a durar más de 15 días, tiempo en el cual los chicos irán perdiendo el exceso de recompensa que ofrecen las comidas chatarra y aprenderán a encontrar nuevos sabores donde antes no los había.
Continuar en el mundo del menú infantil y de los ultraprocesados genera toxicidad en el cuerpo y una alteración en la microbiota, o sea, de todos los microorganismos intestinales que son positivos y necesarios para el sistema
inmune.
Entender que el menú infantil es el mismo que el del adolescente y del adulto va a lograr que los niños dejen de estar expuestos a productos que pueden llegar a producir cáncer, enfermedades autoinmunes, problemas en la piel y mayor susceptibilidad a tener infecciones crónicas. Es importante como padres tener en claro que todos deberíamos consumir la misma comida partiendo de la base que conocemos lo que es una buena alimentación y por eso, por amor y por respeto a nuestros hijos, les trasladamos ese conocimiento.